¿QUIERES CRIAR NIÑOS INTELIGENTES? LEE ESTO
- Psic Ernesto Segura
- 27 jul 2017
- 2 Min. de lectura

Todos sabemos que para lograr aquello que nos proponemos se debe poseer una estrategiabien articulada y coherente. Esta estrategia está fundamentada en base a la planificación e implementación de:
– Acciones destinadas a fortalecer y defender, frente a imprevistos y problemas, los puntos que consideramos más vulnerables y sin los que difícilmente sería posible alcanzar el objetivo (algo así como los pilares de base de una casa).
– Acciones que respalden e impulsen nuestros intereses acercándonos al objetivo de una manera coherente con las ideas que perseguimos, en el menor tiempo posible, con los recursos más efectivos y procurando el menor desgaste. Para ello debemos centrarnos en la promoción de nuestras fortalezas y en las posibles reacciones que puede tener en el entorno esa serie de acciones para saber adaptarnos y generar cambios que nos beneficien a la hora de alcanzar los objetivos deseados.
Eso es lo que nos enseña el ajedrez. El ajedrez es una lucha de argumentos donde cada jugador despliega sus conocimientos y pone a prueba sus capacidades para demostrar que su estrategia es mucho más eficiente y eficaz que la de su adversario para lograr el mismo objetivo que es la victoria. En el ajedrez cada pieza tiene una función para sí misma y para el conjunto de las piezas, ya que cada movimiento es imprescindible tanto para construir una defensa sólida como para desarrollar las líneas de acción que impulsarán la consecución del objetivo.

Entrenarse en el ajedrez es entrenarse en estas premisas que llevan emparejadas el riesgo y la responsabilidad de las acciones que llevamos a cabo, así como la necesidad de reestructuración y adaptación de la estrategia que construimos frente a la pérdida de algunas piezas. Esto mide y pone a prueba las formas que tenemos de afrontar las consecuencias derivadas de nuestros actos.
En definitiva, a través del ajedrez enseñamos a pensar afrontando la información de manera reflexiva y no automática, argumentando y defendiendo ideas de manera clara y coherente, teniendo mayor control sobre la planificación de tareas para lograr un fin, negociando e incluso asumiendo nuestros errores como parte de un aprendizaje.
Se ha comprobado que el ajedrez desarrolla la memoria, la concentración, el pensamiento lógico, la imaginación, la creatividad, la motivación, la capacidad de proyectar hacia el futuro las consecuencias de las acciones, la capacidad de tomar decisiones y el rendimiento. Todo esto hace al ajedrez un elemento perfectamente válido para potenciarlo como materia transversal en los colegios e institutos (lástima que hasta ahora sólo haya estado relegado al ámbito de actividad extraescolar).
La utilización de los ejercicios de jaque mate en dos jugadas, por ejemplo, son ideales para el aprendizaje. Trata de que el alumno cree una estrategia a través de la cuál en dos movimientos se haga jaque mate a las piezas negras independientemente de dónde puedan mover éstas, lo que crea la necesidad al alumno de estar atento a todas las opciones que se pueden dar desde la otra parte y que pueden dificultar ese jaque. Estos ejercicios son una oportunidad fantástica para poner en marcha en nuestros alumnos el pensamiento lógico y otras muchas cosas más.
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